Ayer fui a la peluquería y salí como pocas personas: feliz. Entiendo que esto no es algo común y que para muchas personas ir a que les corten elpelo es una tortura, causa de angustia y frustración.
Las razones que me dan para justificar el odio por los salones de belleza son, generalmente, que ellos van con una idea de lo que quieren y algún peluquero caprichoso termina haciéndoles algo completamente diferente. A pesar de tantas historias traumáticas (que yo también he vivido), creo que sí hay formas delograr que su peluquero haga lo que usted quiere.
En todas las historias tristes de peluquería que me cuentan (“quería despuntarme y el tipo me cortó 10 centímetros”, “le dije que quería un pequeño cambio y me rapó”, “al peluquero le pareció bueno hacerme mechones rojos sin preguntarme”) la mala comunicación es el común denominador. Entiendo que a veces decirle “no” a una persona que tiene un arma cortopunzante cerca a nuestro cuello es difícil, pero hay que hacerlo.
He ido al mismo salón de belleza desde hace siete años y estoy convencida de que no cambiaría a mi estilista por ninguna otra. Encontrar a un peluquero que haga lo que uno quiere no es fácil pero tampoco es imposible. Para lograr una relación como la que yo tengo con ella sólo se necesita una cosa: claridad en la comunicación. Le propongo seis consejos para salir feliz de la peluquería y tener una buena relación con la persona de la que depende su pelo:
Lleve fotos
Entienda que, así usted tenga en su mente una imagen clara de cómo quiere su pelo, a veces expresarla con palabras es difícil porque terminará diciendo cosas como “lo quiero corto pero no tanto y aquí un poquito con capas pero no muchas y más clarito pero no mono y como ondulado a veces pero que también se vea liso”.
Para su peluquero será mucho más fácil entender qué es lo que usted quiere si le lleva una foto. Recorte revistas o baje fotos de Internet y guárdelas en su celular; entre más ángulos encuentre será mejor.
Además, tenga cuidado al decir las cosas: tal vez “hágame el mismo corte de David Beckham” no sea la frase indicada porque usted no tiene la misma estructura ósea; mejor diga “quiero un corte parecido al de David Beckham” y entre su peluquero y usted pueden ir descartando las cosas de ese corte que podrían no favorecerle.
Evalúe sus antojos
Si se antojó de un corte rarísimo bien por usted, experimentar es bueno. Pero antes de dejar que las tijeras toquen su pelo, pregúntele a su peluquero qué tanto mantenimiento requerirá.
Si su peluquero le dice “va a tener que pasarse el secador durante veinte minutos todas las mañanas” y usted no tiene tiempo nunca, o si le dice “va a tener que echarse una mascarilla que cuesta doscientos mil pesos cada semana” y usted no tiene plata, es mejor que se resista al antojo. Sea realista y entienda que tener un pelo como el de Jennifer Aniston requiere esfuerzo y, sobre todo, presupuesto.
Dé indicaciones específicas
Esto puede sonar obvio pero cuando digo “específicas” no me refiero a que le diga “quiero que me despuntes” porque eso deja lugar para malinterpretaciones. Cuando digo “específicas” me refiero a que coja su pelo y con sus propios dedos le indique cuánto puede cortar.
Yo en este aspecto soy muy exigente; a mi peluquera (a quien adoro y abrazo cada vez que voy) la amenazo con no pagarle si me corta más de lo que quiero y la obligo a mostrarme los pequeños mechones que me cortó.
Muchas veces su peluquero le va a decir que usted necesita cortarse más de lo que quiere (tal vez porque sus puntas dan pena ajena); en ese caso, usted tiene dos opciones: hacerle caso, solucionar esa horquilla tan bárbara de una buena vez y terminar con el pelo cinco centímetros más corto o prometerle que va a ir al menos una vez cada dos meses para ir arreglando su pelo poco a poco. Si su peluquero no acepta la segunda opción, no se lo corte y vaya a otro salón.
Oiga lo que su peluquero le dice
Aunque usted debe defender su opinión, no olvide que la persona que le está cortando el pelo lo está haciendo por una razón: porque es un experto. Oiga los consejos y opiniones que el peluquero le va a dar, dígale qué opina al respecto y hágale caso cuando sepa que él tiene la razón.
Prolongue el efecto que logró
Si el corte que le hacen cada vez que va a la peluquería sólo se ve bien el primer día, deje de quejarse y pregúntele a su peluquero qué productos puede comprar para prolongar el efecto. No sé si lo haya notado pero los peluqueros están equipados de secadores, cepillos especiales, cremas y sprays para el pelo.
Usted no puede pretender que con la peinilla que tiene en su casa se va a ver igual a como cuando salió de la peluquería. La solución es, una vez más, preguntar. Pídale consejo sobre qué productos que se ajusten a su presupuesto puede comprar para verse siempre como quiere.
Califique con honestidad el resultado
Si no le gustó como quedó, dígalo. El momento más frustrante en una peluquería es cuando el peluquero dice “listo, ¿qué tal?”, usted se mira, ve el desastroso resultado, le dan ganas de llorar, coger unas tijeras, cortarle el pelo y quemar la peluquería, pero aún así responde “bien”.
Es difícil decirle a alguien que hizo mal su trabajo pero lo que los peluqueros necesitan para acabar con ese círculo vicioso de malos cortes es que sus clientes les den feedback honesto. Así como yo abrazo a mi peluquera cada vez que termina, usted debería decirle al suyo lo que piensa.