Atrévete con el sexo rápido

Atrévete con el sexo rápido

Hacer el amor según los códigos establecidos ¡ya lo conocemos! Pero intenta una versión más osada, Atrévete a experimentar el sexo rápido.

El principio del sexo rápido
Una vez que hayas dominado los secretos del placer femenino y comprendido que los ritmos entre el hombre y la mujer son diferentes, puedes optar por el sexo rápido. El vulgarmente llamado “quiqui” (que viene del término inglés quickly, que significa velozmente) es mucho más común de lo que creemos.

Su interés reside en que es sorpresivo, en que el lugar y el momento casi nunca son apropiados y en la transgresión de lo prohibido. Los autores de 20 historias de sexo rápido, de la editorial francesa Musardine, ofrecen algunas pistas para retozarse de la manera más “caliente”.

Una puerta de garaje… entreabierta
La situación: entre el ajetreo de la gente, una puerta de garaje entreabierta invita al sexo rápido. Si el ambiente es nocturno, la tentación de transgredirla es aún mayor.

En la práctica: cubiertos por un portón cuya apertura no se puede controlar, él la coge de las axilas y la empuja contra la pared. Ella le rodea fuertemente con los brazos y las piernas. Él acelera, haciendo movimientos rotativos con la cadera. El peso de ella reposa en el sexo y en los hombros de él. Ella se mueve espasmódicamente, apretándole firmemente con las piernas.

Para mayor emoción: el rumor matinal de un coche que puede parar en cualquier momento o un transeúnte que acabara de llegar a la puerta de su domicilio.

Una habitación de hotel… en medio del servicio de limpieza
La situación: reservar una habitación de hotel para un happy hour es algo obsoleto. Mejor “infiltrarse” en alguna habitación que la señora de la limpieza haya dejado abierta… y poner el cartel de “no molestar”.

En la práctica: la ventaja del sexo rápido es que no hay que desvestirse. Ella se levanta la falda y se quita la tanga… Él la acuesta en la cama de un empujón. Ella, con la cabeza colgando, lo atrae hace sí. El sexo rápido se ejecuta velozmente, entre apretujones, cambios de posición y gemidos sofocados, para enseguida recobrar el gesto de inocencia y salir a la calle.

Para mayor emoción: alguien intenta abrir la puerta y se pone a canturrear, la señora de la limpieza, por supuesto.

Un coche en el area de servicio de una autovía
La situación: no hay nada como una sesión de sexo rápido en una estación de servicio para amenizar un viaje en coche. La turbación reside en lo inminente de un episodio cuyo momento de concreción eligen los dos.

En la práctica: ella no lleva nada debajo del vestido; él, tampoco. Siendo el sexo rápido apresurado por naturaleza, es inútil perder el tiempo en futilidades. Para él no hay nada más excitante que entregarse a una sesión de auto erotismo, estremeciéndose ante la idea de ser descubierto. Su boca entra en contacto con la de ella, lo mismo que su sexo… Más que un “viene y va” frenético, eligen amarse sin prisa pero sin pausa.

Para mayor emoción: el centelleo de las luces de un coche a punto de frenar.

Una sesión de cine… antes de los títulos de crédito
La situación: el sexo rápido requiere de asientos dobles con apoyabrazos plegables y algunas salas de cine los tienen.

En la práctica: ambos se dejan cautivar por la intimidad del cine, dando paso a los gestos hábiles y a las caricias sutiles. Enseguida entran en un terreno más íntimo, conscientes de que los otros espectadores podrían espiarles… La clave: abandonarse al placer que otorga lo prohibido.

Para mayor emoción: elegir un momento poco antes del fin de la película para “programar” un súper orgasmo antes de que se enciendan las luces.

Un vuelo transoceánico a 10 000 metros de altura
La situación: el placer del sexo rápido reposa en el sentimiento de urgencia, para el cual resultan perfectos los baños del avión. Lo mejor es esperar a la noche, cuando el silencio y la penumbra propician el clima sexual.

En la práctica: ella se sienta sobre el lavabo, la nuca contra el espejo, la falda levantada, las piernas colgando… El está frente a ella, levantándola con esfuerzo y haciendo un movimiento que sea suficientemente rápido para que los dos lleguen al orgasmo.

Para mayor emoción: la proximidad de los pasajeros del avión o, para mayor excitación, los golpes de la gente que resuenan en la puerta.

 

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